Hoy quisiera compartir un artículo que tuve la oportunidad de leer esta semana, sin embargo, es de hace un par de meses. Me parece que reúne todos esos argumentos que fortalecen mi punto de vista tanto sobre la continuación del proceso de paz como de aquello que pienso de quienes marchan pidiendo que se suspendan los diálogos.
La conmovedora carta de Francia Elena Márquez Mina líder afro del Cauca, un llamado a la reflexión nacional
Francia Elena Márquez Mina, es una líder afro oriunda de la vereda
Yolombó, municipio de Buenos Aires, en el norte del Cauca, zona donde
se presentó el ataque de las FARC.
Francia además es presidenta
del Consejo Comunitario de su localidad y una de las líderes que
marcharon hacia finales del año pasado hasta la Plaza de Bolívar en
Bogotá, para denunciar el impacto ambiental que viven sus comunidades
por cuenta de la minería. Por ese motivo fue declarada “objetivo
militar”.
Francia Elena Márquez Mina dio a conocer a los medios
una conmovedora carta que expone una radiografía muy precisa de lo
que viven las comunidades de la Colombia rural, se las compartimos con
el animo de abrir espacios de reflexión sobre el conflicto social y
armado que vive el pueblo colombiano casi desde la misma fundación de la
patria.
Situación que carcome mis entrañas
Soy
una mujer afrocolombiana, nací en una de esas montañas del departamento
del Cauca, uno de los departamentos a quien la guerra más ha golpeado
en este país. Mis ancestros y ancestras fueron esclavizados para hacer
minería y agricultura para la corona española que hasta el sol de hoy
conserva su reinado.
Por muchos años hemos convivido con nuestros
hermanos indígenas y campesinos, sin mayores dificultades, sin embargo
la guerra sistemática nos ha golpeado siempre. Inicialmente la
colonización, la mal llamada conquista, que no fue más que el inicio del
saqueo de la riqueza que existían en estas tierras.
También hubo
una mal llamada “independencia”, pero en realidad lo que hubo fue la
repartición de lo que dejaron los españoles, es decir, la repartición
que se realizó entre los herederos de esa corona española, que en este
país no pasaban y no pasan hoy de ser más de 10 familias, las mismas que
hoy continúan manejando el país, pero sobre todo beneficiándose de la
guerra.
No dejo de preguntarme cada día: ¿tienen importancia las vidas de las comunidades afros, indígenas y campesinas para este país?
Al
igual que a muchas mujeres, jóvenes, mayores y hombres, que cientos de
miles de familias, desde hace algunos meses me toco salir huyendo de mi
tierra, porque actores armados me declararon objetivo militar con mis
dos hijos, a quienes también les toco dejar sus estudios, sus
compañeritos con los que han crecido, con los que aprendieron a pescar, a
nadar, a sembrar y a miniar, entre muchas otras cosas.
Todo esto
que hemos vivido ha sido por el amor que hemos conocido en nuestros
territorios, el amor de ver germinar una palma de plátano, de un día
soleado de pesca, de sentir cerca a la familia, defender nuestra
permanencia y allí donde hemos crecido y no queremos salir porque esa
tierra de las abuelas y los abuelos, puede ser también la tierra para
nuestras nietas y nuestros nietos, nuestra tierra es nuestro lugar para
soñar con dignidad nuestro futuro. Salimos
corriendo y a escondidas, sin deberle a nadie por denunciar los abusos
que día a día padecemos las comunidades negras, indígenas y campesinas
en el Norte del Cauca, debido a los intereses económicos en nuestros
territorio
s. Actores armados nos declararon objetivo
militar, y por ello dejamos tirados los cultivos de plátano, caña, y
hortalizas orgánicas, que sembrábamos. Ya se secaron, ya se murió ese
esfuerzo, me sentía orgullosa, porque junto con mi compañero y mis hijos
estábamos demostrándole a la comunidad que sí podemos vivir tranquilos
en el campo, sembrando lo que nos vamos a comer.
Tal
vez por eso nos persiguen, porque queremos una vida de autonomía y no
una de dependencia, una vida donde no nos toque mendigar, ni ser
víctimas
.
Hoy me encuentro desplazada, con el
horizonte un poco perdido. Más aun, al saber que quizás regresar no será
fácil. Más cuando la guerra absurda que no empezó hace 60 años si no
hace 400, y que por más esfuerzos que hemos hecho, continúa bañando
nuestros ríos de sangre, con la sangre de los que estamos abajo.Cuando
llegamos a esta selva de cemento mis hijos estaban sorprendidos y en su
lengua me decían “hay noooo mami ese plátano vale mil peso, noooo eso
está muy caro! Porque saben que cuando estábamos en el campo comernos un
plátano no costaba nada, por lo menos en términos monetarios, y además
cualquier vecino si no tiene sembrado le regala a una una gaja y si
tenía hasta un racimo.
Antes de ayer me sentí supremamente
frustrada, en la noche no pude dormir, toda la noche estuve
preguntándome a mí misma, ¿cómo hacemos para parar la guerra? ¿Qué más
tenemos que padecer? ¿Cómo estará la gente que vive en la zona alta del
municipio de Suarez y Buenos Aires o la montaña? como cariñosamente
decimos nosotros.
Lamenté profundamente la muerte de los
militares, porque desafortunadamente son nuestros hermanos, primos o
sobrinos que por no tener oportunidades para ir a una universidad, o
tener un trabajo digno, la única opción que les queda es irse a combatir
en una guerra que no es de ellos, y que ni siquiera saben por qué
empezó. Muchos dicen que es para defender la patria, y yo me pregunto
¿cuál patria? ¿La patria de quién si desde la esclavización hasta hoy
las 10 familias que se creen las herederas de la corona española han
ostentando el poder económico en este país, y han hecho lo que han
querido con nosotros? Nos han llamado salvajes, esclavos, incivilizados,
minorías, montañeros etc. Y todo eso les ha servido para justificar el
negocio de la guerra.
Es por eso que los medios de comunicación
ayer todo el día hablaron de los héroes de la patria, que en realidad
son campesinos, que los usa el Estado para cuidar los intereses
económicos de las 10 familias. Mucha gente diciendo con un odio profundo
que salía desde sus corazones, “señor presidente debe ordenar los
bombardeos”.
Sin embargo me parece muy irresponsable que la gente
pida bombardear esos territorios, esos territorios no están vacíos, en
ellos viven niños, niñas, mujeres, mayores, jóvenes, familias, en
general gente que nada tiene que ver con esa maldita guerra absurda.
Pero claro la gente que dice eso es la que vive en la ciudad y nunca le
ha tocado estar en medio del fuego cruzado, gente que no sabe lo que es
tener los helicópteros encima de su casa disparando ráfagas. Los que no
saben lo que significa que alguien vaya a su finca a desyerbar y cuando
sienta es que su azadón haló el cable de la mina anti persona que se
había sembrado y que terminó con su vida partiéndole por la mitad; como
pasó el año pasado con un miembro de la comunidad de la Alsacia, gente
que no sabe qué es vivir en una zona sin energía, sin agua potable, sin
señal telefónica y además confinados todo el tiempo. Esa es la que dice:
“señor presidente debe ordenar los bombardeos”.
La guerra es
guerra venga de donde venga. Lo que deberíamos estar exigiendo es la paz
real para nuestros territorios. El departamento del Cauca ha sido
bastante golpeado por la violencia, unas veces por la FARC, otras por
paramilitares y otras veces por el mismo Estado, y a ninguno le importa,
o se ha puesto a mirar, que en últimas quienes terminamos, como decimos
nosotros, “pagando los platos rotos” somos las comunidades, afros,
indígenas y campesinas.
No va haber paz con corrupción
institucional, con destierro, no va a haber paz con amenazas de muerte a
las comunidades y sus líderes y liderezas, no va haber paz ordenando
bombardear los territorios, no va haber paz con explotación minera a
gran escala. Las locomotoras del desarrollo sólo generan miseria,
hambre, contaminación, guerra y muerte. No habrá paz con medios de
comunicación desinformativos. Tener la cárcel más grande de América
Latina en Jamundí tampoco traerá la paz.
La paz implica el respeto
a la vida y los territorios ancestrales de las comunidades afros
indígenas y campesinas, implica que en Colombia exista la universidad
más grande de América Latina donde a los estudiantes no se les saque de
los salones de clase por no tener con qué pagar el semestre. La paz
implica que en Bogotá y en Colombia no nos maten por ser negros o
indígenas. La paz implica que los políticos no se roben la plata de la
salud, que las mujeres podamos ser respetadas en nuestros derechos, que
no seamos torturadas, abusadas sexualmente, implica autonomía, respeto a
la diferencia, a los saberes ancestrales. Implica la discusión y
trasformación del modelo de desarrollo que en últimas ha sido el
causante de tanta guerra no sólo en Colombia sino en el mundo.
Francia Elena Márquez Mina
Líder afro del departamento del Cauca
Fuente: http://radiomacondo.fm/2015/04/22/la-conmovedora-carta-de-francia-elena-marquez-mina-lider-afro-del-cauca-un-llamado-a-la-reflexion-nacional/